miércoles, 5 de enero de 2011

Adoración mágica

El tríptico La adoración de los Magos (amplíese), pintado en 1510 por Hieronymus Bosch o El Bosco, logra capturar la metáfora de misterio y extravagancia que implica la súbita aparición en escena de los Magi o Magos -que no reyes-, tal como se describe de manera lacónica, en la Biblia. La pareja o matrimonio que encargó (y pagó) al Bosco el tríptico, aparece de rodillas en los páneles laterales (extrema izq., el varón y su preceptor; extrema der., la señora y su dama de compañía).
En el panel central (de nuevo, amplíese), el Bosco plasma con lujo de detalles, tanto el extraño escenario central con paisaje de fondo, así como los estrambóticos personajes involucrados en la Adoración del Niño, sentado con la cabeza erguida, en el regazo de María, cuyo tamaño desproporcionado la hace ver grandiosa, aunque lleva sobria vestimenta y la cabeza descubierta. En cambio, José... ¿dónde está José?
Baltasar (del asirio Baal-tas-assar, 'que el dios Baal te proteja'), el mago negro, que según la leyenda medieval, acudió en representación de los pueblos africanos, se hace acompañar de un paje, al tiempo que muestra el regalo que ha traído: pero, ¿qué es exactamente lo que trae entre manos? Detrás se advierte la presencia de alguien semidesnudo, con un risible tocado. ¿Es José trastornado por el insólito suceso?
Altivo y con cara de circunstancias, aparece de pie, Melchor (del hebreo melk, 'rey' y ur, 'luz': el rey de la luz, representante de los pueblos semitas europeos o mediterráneos); arrodillado se ve a Gaspar (o Kansbar que en persa significa 'administrador del tesoro'; representa a los pueblos de India y Persia), obeso y pelón, como un viejo banquero.
Detalle del endeble sostén de la cabaña y el techo de paja donde unas pastorcitas con gaita se han trepado; adentro se encuentra el burro. Al fondo, bajo un puente, en un río, ha comenzado una batalla.
Humildes testigos: uno, asombrado y feliz; otra, indiferente e intrigada por la causa de tal conmoción.
Detalle de la destartalada buhardilla de la cabaña; al fondo, el grupo rival se apresta a dar batalla.
Torres y edificios de la ciudad, incluso un ejército, se aprecian a lo lejos, en el horizonte ¿Es acaso Belén? (El Bosco fue un pintor de micro-escenas: en el ángulo inferior izquierdo, obsérvese al niño curioso que asoma tras la barda de la casa; parece preguntarse: ¿qué diablos está pasando, por qué se amontona la gente en torno a esa cabañita?).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que hermosa pintura! el talento demostrado es de alto nivel, pues al igual que el caricaturista representa con una sola imágen, un cúmulo de propósitos. Aquí, como se puede apreciar, y leer, la figura de José, está ausente, o al menos, que sea quién aparece semi-desnudo. El bebé, deja ver quién es, pues está en postura ergida, y de hecho, cualquiera podría atribuirle la cualidad que se le ocurra, por ejemplo que ya hablaba al momento de nacer, ¿quién diría que no es posible? La evidencia muestra que los bebés se la pasan la mayor parte del tiempo dormidos y que pasan meses antes de poder enderezar su cabeza. Pero siendo él quien es pues...cualquier cosa que se pueda imaginar.
El desarrollo de la guerra en segundo plano ¿sugiere que con su nacimiento vendría la paz, o por lo contrario, que así pasen los años, todo será igual, pero peor? Sólo Dios sabe, por lo que a mi toca, el cuadro está lindo y los comentarios de Falcón estimulantes y atinados. Que el pan no les sepa a cartón, ni que el muñequito les rompa los dientes.

Anónimo dijo...

...EL MAGO NEGRO, SE SIGUE PARECIENDO A KALIMBA, Y VÁ SOBRES DEL OTRO TRAVESTIDO DEL GORRO RIDÍCULO , POR OTRO LADO, EL NIÑO EN BRAZOS PARECE EL MONITO DE LA ROSCA...CUESTIÓN DE ENFOQUES...